Intentando que mi pluma escribiese acabo de derramar dos intensas gotas de tinta sobre mi pecho. Las dejaré ahí hasta el próximo verano.
Miro hacia mi pecho y observo las dos gotitas y toda su delimitada hermosura, su proclama perfecta de negrura. Y como invaden en simétricas arborescencias los surcos de mi piel. Renuncian a su negrura por abarcar mi cuerpo y alrededor de su centro dejan de ser tan precisas. Como continúen extendiéndose se van a unir como ejércitos inesperados. Para defender todo lo mío. Gracias por conquistar mi pecho con estrategias bélicas y con lentitud pacifista. Gracias por defenderme de los demás. La tinta me quiere y me invade y yo la quiero y la conquisto.
1 comentario:
Me encanta dejar una gota de tinta sobre la muñeca y ver como decora mis marcas de ser humano. Es de esas imágenes que forman parte de lo que yo llamo "cuaderno de vida".
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