Una conversación entre Dalí y Edward Mulhare (el señor mayor del coche fantástico). Dalí sugiere una nueva manera intuitiva de articular palabras familiares para que resulten más interesantes. Desde el principio muestra toda su pasión, todo su fanatismo español, que se desboca cuando pronuncia la iiiiiiiiiiii de butterfly. Sin embargo Edward Mulhare parece un pez frió y escurridizo, flojo y tenue, con su iii de inglés retraído. Dalí consigue que pronuncie varias veces butterfly, Connecticut y, cundo Dalí va a por la tercera, Otello, el otro ya no aguanta más y se raja, y lo despide flojo, aliviado, cortesmente, como un pez asustado. Que risa.
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