Te acepto tal como eres. ¿Qué quiere decir esto?. Que ya no tengo ninguna expectativa, con respecto a tu crecimiento. Te cosifico. Hago, como con la mayoría de la gente, de ti una cosita, con sus resortes, sus aplicaciones, su pensamiento unívoco, sus concretas funciones, sin posibilidad de evolucionar, sin tan siquiera esta cualidad como algo concebible. Te admito tal como eres y fue repentino, de un segundo a otro, cuando hoy me llamaste por teléfono y, al despedirte, me preguntaste si comía bien.
El siguiente blog tiene por objeto pedir la gracia sacramental de la transubstanciación de las especies eucarísticas. Entendiendo el pensamiento como epifenómeno y el escribir como su hipostasía. Pasma pensar con que sencillez y seguridad se pide aquí un milagro tan estupendo. Además, por si fuera poco, es el único blog que gracias al sistema patentado de rayos Phi, mientras lo lees, te pone moreno.
Cáspita!
¡Cáspita!
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